jueves, 18 de octubre de 2018

Los omnipresentes

Hoy queridos blogueros, me siento historiador, se lo pueden tomar como una chulería por mi parte como otra cualquiera, pero es lo que hay Maikel Naig. Como bien sabe cualquier persona suficientemente informada, la izquierda ha acabado siendo omnipresente en aquellos ámbitos y facetas esenciales de la vida cotidiana de los españoles, la izquierda ha ganado la batalla en la enseñanza institucionalizada, controla las universidades, controla y censura la ciencia y la investigación, está presente en los medios de información y creadores de opinión, y todo ello lo ha conseguido por la inacción, la apatía, el miedo, el complejo de culpa, el complejo de inferioridad y algunos factores más que caracterizan a la derecha intelectual y sociológica, que haberla la hay, rendición que lleva implícito el reconocimiento de una supuesta superioridad moral de la izquierda. Quienes se hacen llamar progresistas (aunque luego sean los más rancios del país) han monopolizado todo, y si no todo, poco les falta, y lo han conseguido fundamentalmente adoctrinando a la gente desde los primeros años de vida. Desde el aprendizaje de las primeras letras, desde el instante en el que se enseña a leer a los alumnos se les inculcan una serie de valores tales como que ellos y sus votantes son pueblo y que ellos son los únicos representantes del pueblo, y por lógica, todos los demás o los que piensan diferentes a ellos, no son pueblo, es más, son enemigos del pueblo. También proclaman sin rubor que ellos son representantes de los trabajadores (aunque la mayoría de ellos nunca han dado un palo al agua), conocidos también como sindicalistas (no se rían por dios, en España todavía existen estos parásitos sociales aunque ustedes no los vean ni por error televisivo). Lo mismo podemos decir del peculiar concepto que los izquierdistas tienen de ciudadano y ciudadanía, de los cuales se apropian en exclusiva y niegan a quienes con ellos no comulgan. Como también se han apropiado de la expresión demócrata y democracia (y gritan y vociferan aquello de no nos representan, “¡¡Democracia real, ya!! ¡Derecho a decidir!), y se dedican a conceder diplomas y carnés de demócratas, demonizando a quienes según ellos no lo son, tildándolos de todo lo más abominable e indeseable. Y así podía seguir hasta el infinito y mucho más. Ustedes lo pueden comprobar si ven la tele o leen la prensa día a día. Otro de los dogmas izquierdistas es el de que la calle es suya, del pueblo, más aún, ellos son la calle, de la calle emana un poder poco menos que supra natural al cual hay que rendirse y someterse… Y, hay de aquel que ose cuestionarlo, tenga la ocurrencia de mostrar alguna objeción, la gente, el pueblo, la calle están legitimados para ejercer violencia contra él, pues es un enemigo del pueblo, de la gente, e incluso de eliminarlo físicamente o condenarlo al ostracismo. Y qué decir de los que se hacen llamar intelectuales y únicos representantes del mundo de la cultura, plato aparte para ellos y merece otro post aparte. Omnipresencia en todos sitios, pese a quién pese. Mientras aquí estoy, viendo pasar la vida. 

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