miércoles, 29 de diciembre de 2021

Repartiéndose España (1ª parte)

El post de hoy, lo voy a dividir en dos partes, ya que lo que cuenta es largo de explicar y recuerden que este post tiene capacidad de aforo limitada. De ahí la ocurrencia de hacerlo así, aunque también saben ustedes queridos blogueros, que no es la primera vez que lo hago. Desde hace tiempo, estoy observando estupefacto, como una banda de delincuentes políticos, embusteros, analfabetos y sin complejos, especie cada vez más abundante en España, e incluyo entre ellos a los peperos, en el papel de tontos útiles, cómo se están repartiendo lo que queda de España, como si de una herencia se tratase. Pero da la casualidad de que nuestra Patria, que permanece unida desde hace más de cinco siglos, no es propiedad suya, sino nuestra, y al decir nuestra me refiero a los españoles de origen. Una nación que no se respeta a sí misma, no puede pedir respeto a nadie, pues el reconocimiento hay que ganárselo, con seriedad y seguridad jurídica, algo de lo que carece la España actual. El enemigo está dentro y los políticos, organizados en partidas, son los principales enemigos del pueblo español, y como el Conde don Julián, han abierto las puertas de la Patria. La situación es dantesca, y los contribuyentes tenemos que mantener con nuestros impuestos a esos millones de extranjeros, y personas a las que se ha regalado la nacionalidad española, y que disfrutan de nuestro estado de bienestar, que están vaciando de recursos, sin que muchos de ellos contribuyan al levantamiento de las cargas, algo que cuesta decir, pero aunque pese y duela, es simplemente la realidad, el día a día en cualquier ciudad o pueblo español. Luego cuando va un español de origen a pedir ayudas sociales, se le dice que si tiene familia, que les pida a sus familiares, como si los parientes tuvieran la obligación de mantener a los que estén en peor situación. Es decir, lo que se da a los extranjeros, se está negando, al tiempo, a los españoles. A lo mejor los políticos no lo saben (ya que no saben ni el precio de un café), o sí, ya que son ellos los que regulan. Pero ojo, también es verdad, que los que aportan con su trabajo, esfuerzo y dedicación, merecen el mayor de nuestros respetos, como también es verdad que hay muchos de estas personas que hacen trabajos que ningún español quiere, y que prefieren cobrar el paro a trabajar, consentidos por la administración que hace que esos gandules nacionales sean unos parásitos sociales a los cuales hay que mantener con nuestros impuestos. Los españoles hemos vuelto a la Edad Media: somos los pecheros que tenemos que mantener todo este despilfarro del cada vez más escaso dinero público, con una población envejecida, que yo no contribuye, sino que tiene todo el derecho a recibir la justa compensación por las aportaciones de toda una vida. Mañana más. España, año 2021. Mientras aquí estoy, viendo pasar la vida 

 

 

 

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