miércoles, 4 de marzo de 2020

Sin rumbo

Será porque vivo en España y tarde o temprano tenía que ocurrir, ya que la política española es como construir una urbanización en una cañada, ya que algún día bajará el agua por ahí, aunque tarde siglos, bajará y se lo llevará todo. Pero parece ser que los políticos españoles son la raza más inmortal y destructora que existe. Inmortal, porque llevan años peleándose entre ellos, y ahí siguen, vivitos y coleando. Y destructora, porque todo lo que tocan lo destruyen sin piedad, mientras que no le saquen provecho personal al asunto. Esto pensaba mientras desayunaba en el bar de mi amigo Pacorro, cuando dejé el periódico que estaba leyendo. Noticias en contra del PP, de Vox y de Ciudadanos, era lo que ese periódico contaba. Pero cambie a otro, y sólo eran noticias en contra del PSOE, de Podemos, de ERC, de IU…… No vomite por vergüenza, aunque la situación la pintaban calva. El periodismo ha sido (ojo a la conjugación del verbo), parte imprescindible para que muchas fechorías se denunciaran y que éstas cayeran en las manos oportunas para ser sancionadas, corregidas o juzgadas. Pero eso iba de la mano de una clase política con valores (pocos, pero todavía existían), con educación, con prioridades y sobre todo, con vergüenza. Entonces el periodismo sí que era útil. El periodismo de ahora no sé en donde enmarcarlo ni donde situarlo, porque es tal el grado de bajeza, el grado de sólo buscar noticias en contra del contrincante para humillarlo y hundirlo, sin hacer ni un mínimo de autocrítica hacía la ideología que se defiende, que es difícil de catalogar. Pero si lo miramos por los enemigos a los que ataca, entonces puede ser que se entienda hacia dónde va el periodismo actual. Los que son de ideología de izquierda, se reconocen por su ataque indiscriminado hacia los partidos de derechas o fachas o fascistas, como se les denomina ahora. Y los que son de ideología de derechas, se reconocen por su ataque indiscriminado hacia los partidos de izquierdas o pijo comunistas como se les denomina ahora. Y ese es el auténtico drama periodístico, que muchos medios, tanto escritos, como televisivos y radiados, no tienen imparcialidad ninguna, la línea editorial es la que manda, y por tanto el dinero de los accionistas son al final los que deciden, con lo cual, la podredumbre periodística cada vez es más grande, y por lo tanto el periodismo es cada vez de peor calidad. Los otros días lo vi, como muchos españoles. Es un ejemplo clásico, pero que demuestra hasta qué punto los periodistas se tienen que amoldar a las ideologías de los que mandan. Fue en RTVE, el ente público que pagamos entre todos. Palacio de La Moncloa y la mesa del diálogo. Saquen sus conclusiones. Pues ahora está en manos de las izquierda, con lo cual, la propaganda política está asegurada. Pero cuando estaba la derecha, pasaba otro tanto de lo mismo. Penoso, pero es la cruda realidad de un oficio que está sin rumbo, sin veracidad, sin escrúpulos, sin valores, sin nada que aportar que no sea hundir al enemigo, porque claro, estas personas tienen que comer. Ya saben ustedes, lentejas. España, año 2020. Mientras aquí estoy, viendo pasar la vida. 

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