martes, 18 de enero de 2022

¿Era necesario?

Juro a ustedes por el cetro del dios Pichimichi que lo que voy a contar es cierto. Aunque comprendería que dudasen, porque en un país normal, algo así sería imposible. Pero recuerden que éste no es un país normal, sino España, un lugar donde todo disparate, por gordo que sea, tiene su asiento, y donde por poner un ejemplo clásico, una ardilla podría cruzar la Península saltando de gilipollas en gilipollas sin tocar el suelo. Así que, empiezo a contar. La idiocia podemita, ha vuelto hacer de las suyas. Las mascotas urbanitas tendrán un estatuto jurídico diferente al de los bienes materiales, dejaran de ser semovientes, como hasta ahora, para pasar a tener la figura jurídica de seres vivos dotados de sensibilidad, lo que les dará estatus de cuasi miembros de la familia. Para conseguir este ridículo y enfermizo cambio legislativo, se ha tenido que reformar, nada menos, que el Código Civil, la Ley de Enjuiciamiento Civil y la Ley Hipotecaria. Esta ley, ha sido aprobada por el Congreso de los Diputados el pasado 2 de diciembre y publicada el 16 de diciembre en el Boletín Oficial del Estado y estará en vigor el 5 de enero de 2022. La reforma no es más, que la continuación de las intenciones de los comunistas de destruir el campo y la ganadería. Con ello, pretenden derribar las vallas de las granjas para que los animales puedan circular a su libre albedrío, mientras aplauden y admiran a los regímenes políticos que han convertido a sus ciudadanos en animales, les cierran las fronteras y les obligan a vivir en grandes granjas de las cuales no pueden salir, y todo ello, a causa de la misma ideología que en España desea destruir las granjas de animales. Tenebrosa contradicción. Pero esta modificación legal realizada por el gobierno socialista y sus señores comunistas, es la consecuencia de la existencia en nuestra patria, de una sociedad muy enferma, que entre otras de sus enfermedades, tiene la anomalía psicológica llamada antropomorfismo. De esta sociedad ovina contemporánea a nuestro tiempo, que recibirá esta ley sin rechistar, han surgido y surgen cada día más individuos que todos conocemos, que tratan como seres humanos a sus animales de compañía. Hace poco tiempo, a mis hijos y a mí nos apenaba ver, como un individuo celebraba el cumpleaños de un perro en la terraza de un bar, dándole a comer una terrina de helado con dos velitas. Posteriormente, y en el mismo día, observamos como una mujer paseaba en carrito a un perro que llevaba vestido ridículamente, con ropa de ganchillo de colores chillones. Pero esto no acaba aquí, el día anterior habíamos observado, como otro individuo iba hablando con el perro por la calle, haciéndole ver que no estaba bien para la higiene del chucho, haber olido el culo a otro colega perruno, y todo ello, tras un encuentro casual de ambas carnes en torno a un arbolito meable. Pero es lo que hay, es lo que tenemos y es a donde nos dirigimos. Deseando estoy que caiga el meteorito. España, año 2022. Mientras aquí estoy, viendo pasar la vida. 

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