viernes, 14 de septiembre de 2018

A dos bandos

El problema de jugar a dos bandos, es el solucionar los problemas de esos bandos y tenerlos contentos, y máxime cuando los bandos piden cosas contrapuestas. Para eso hay que ser un buen jugador y por supuesto saber cuál es el bando vencedor o por lo menos cuál es el que te puede hacer menos daño a la hora de elegir uno u otro. A Pedro Sánchez, que es este presidente ocupa que tenemos, marioneta de lo peor de la política española, le pasó lo que les he comentado anteriormente la semana pasada. El jueves de la semana pasada por la mañana, el comisario Moscovici (nunca mejor dicho lo de comisario) lo emplazó a presentarse el 15 de octubre en Bruselas con un proyecto presupuestario ortodoxo, el déficit en su sitio y un ajuste de 5.000M de €. Ese mismo jueves, pero por la tarde, Pablo Iglesias le presentó un plan consistente en disparar el gasto y los impuestos. Por supuesto, Pedro Sánchez a ambos políticos les dijo que sí, sin tener en cuenta que la UE tiene el poder de sancionar a cualquier país por incumplir sus medidas económicas, y que Podemos sólo tiene la capacidad de no votarte en las decisiones parlamentarias. No digo nada, pero lo digo todo. Pero la relación entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias me recuerda a la pareja que interpretaron Elizabeth Taylor y Richard Burton en ¿Quién teme a Virginia Wolf?. Ha pasado por todos los estadios, desde el odio manifiesto al sexo sin amor o la zalamería impostada, que es la fase actual. Pedro intentó ser presidente y Pablo se lo negó. Luego lo intentó Pablo y Pedro le devolvió las calabazas. Finalmente Pablo consintió, aunque le anunció un calvario. Ahora el calvario se ha tornado en lecho de rosas. En resumen, se necesitan tanto como se detestan. Pero como advirtió ayer Iglesias, este noviazgo no se mide en amores o confianzas, sino en escaños contantes y sonantes. Más claro que el agua, el aviso. El trato es que el probable acuerdo sobre los Presupuestos de 2019 haga la función del pacto de legislatura que faltó en la moción de censura. Pablo Iglesias llama a eso cogobernar desde el Parlamento, una expresión buscada con toda intención. Por un lado, precisa que no se gobernará desde el Palacio de la Moncloa, sino desde el del Congreso, y por otro, dice exactamente lo que quiere decir. No apoyar, sostener o respaldar a un Gobierno, sino cogobernar. No piloto y pasajero, sino dos copilotos. Más allá del contenido del acuerdo (que podría quedarse en nada si no se agregan los votos nacionalistas), importa el hecho. Gobernar así es un disparate, pero Pedro Sánchez lo está haciendo, aunque vaya de fracaso en fracaso y se tenga que bajar los pantalones siempre que alguien vaya a La Moncloa a reunirse con él. Queda por ver que pedirán todos los nacionalistas para sus respectivas tierras para dar su apoyo a los presupuestos o a lo que sea que el gobierno quiera sacar adelante. Con ellos también tendrá que negociar a dos bandos, con lo cual el presidente tendrá tantos bandos abiertos como partidos nacionalistas hay. Malabarismos complicados, pero él sabrá. Mientras aquí estoy, viendo pasar la vida. 

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