martes, 17 de diciembre de 2019

Triunfo cultural

Era ya lo que me quedaba por ver. Es el colmo de la desfachatez, del atrevimiento, de acercarse a la línea roja. A darnos cuenta de la justicia que tenemos en este país de pandereta conocido como España, porque de alguna manera hay que llamarlo, es una cagada descomunal, no entender cómo se pueden hacer estas cosas delante de cámaras de televisión, cuando este asqueroso programa lo ven miles de personas, incluidos menores, y ya para remate, el no comprender como las autoridades españolas han permitido ese escándalo mayúsculo, seguido de la suspensión del programa iso facto, y ya para los más osados, el cierre de la cadena que emite ese programa. Pero han tenido que ser otras cosas, las que han obligado a la productora y a la cadena que emite ese asqueroso programa, lleno de analfabetos e incultos, a dejar de emitirlo. Y eso, queridos blogueros, dice mucho de los ciudadanos de este país. Para más pitorreo del asunto, luego llegaban los contertulios de turno, que no dejan de ser unos cortabolsas, dando su opinión del asunto como si fueran eminencias respetables. Pero les cuento el asunto. El escándalo de la gestión del caso Carlota por parte de Mediaset acaba con Gran Hermano. Hay que recordar que esa chavala, participó en el concurso en 2017, cuando tenía 24 años. Un día que había bebido y perdió la consciencia, José María López, otro concursante, que estaba con ella en la cama, supuestamente (esta palabra es imprescindible en este país de bocachanclas), abusó de ella. Las cámaras capturaron el momento, pero la persona a cargo de vigilar las imágenes aquel sábado por la noche, no intervino. Al día siguiente la productora de Gran Hermano, Zeppelin TV, decidió expulsar a José María e informar a Carlota de lo sucedido de la peor forma posible. Sin un psicólogo y mostrándole la grabación del supuesto abuso en una sala a su vez llena de cámaras, las cuales capturaron su desesperada reacción. Y ahí fue donde este asqueroso programa la cagó. Su afán de vender morbo, sea del tipo que sea por tal de tener cuota de pantalla, para que luego los tertulianos, por llamarlos de alguna manera delicada, discutan sobre este morboso asunto durante horas y horas. Esta situación dio pie a una espantada de anunciantes de la actual edición, entre ellas BBVA, Nestlé, Telefónica, Nissan u L’Oreal, entre otras muchas. Acabar con esta asquerosidad televisiva, que sólo demuestra el nivel cultural de muchos españoles y sobre todo de los concursantes, tertulianos y presentadores, resultaba impensable hace un mes. Es muy llamativo, y debería ser un toque de atención para todos los televidentes, que ni después del estallido del escándalo de Gran Hermano, sus audiencias bajaron, con lo cual se demuestra que jugar con el morbo, jugar con el dolor de las personas, jugar rozando los límites de la ley, vende y mucho. Se ha perdido toda empatía en puesto del morbo, del cotilleo y de hacer multimillonarios a presentadores y tertulianos de esta asquerosidad. Pero por fin se acaba, por fin se termina, aunque haya tenido que ser a cosa de este presunto abuso sexual. Manda huevos. España, año 2019. Mientras aquí estoy, viendo pasar la vida. 

 

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