miércoles, 11 de diciembre de 2019

Tonto de remate

Pues, como dijo no me acuerdo ahora quién, cuando un tonto sigue un camino, se acaba el camino pero sigue el tonto. Y como dijo otro (que tampoco me acuerdo ni tengo ganas de levantarme a mirarlo), a un tonto no hay manera de convencerlo de que deje de serlo, porque para eso hay que bajar a su nivel. Y en ese nivel, los tontos son imbatibles. Sobre todo en España. El tonto del que hablamos, por llamarlo de alguna manera no muy brusca, ha estado jugando con hacienda, y jugar con Hacienda, es literalmente tirarse al pie de los caballos. Hay veces que uno se puede librar de las garras de este ministerio, pero la mayoría de las veces, te coge por la yugular y no te suelta. Y este tonto, se creía que lo iban a soltar por su cara bonita, por vivir donde vive y sobre todo, por su ideología independentista de la que hacía gala, hasta el día en que Hacienda le metió mano sin contemplaciones. Cataluña a día de hoy, y si nadie me dice lo contrario (alguien con dos dedos de frente, me refiero), pertenece al estado español y eso hay que tenerlo en cuenta a la hora de entender lo que les voy a explicar. Resulta, que Hacienda ha cerrado un restaurante de Tarragona, y aquí viene lo estupendo, PORQUE SÓLO PAGABA LOS IMPUESTOS A LA GENERALIDAD DE CATALUÑA. Y es que algunos independentistas comienzan a descubrir ahora, sorprendidos, que incumplir las Leyes tiene graves consecuencias, aunque esas leyes sean del opresor y fascista (según estos lumbreras indepes) estado español. El Ministerio de Hacienda ha dado de baja el NIF de un restaurante de Siurana (Tarragona) y ha bloqueado todas sus cuentas bancarias, porque la empresa lleva SIETE AÑOS SIN PAGAR EL IVA Y LA SEGURIDAD SOCIAL, y claro, Hacienda le ha metido mano, y sin compasión. En 2012, los encargados del establecimiento, Andreu Bartolomé y María Casademunt, decidieron abonar ambos impuestos exclusivamente a la Agencia Tributaria Catalana (ATC), que carecía de competencias para aceptar estos pagos. Poco después, dieron un paso aún más arriesgado: para evitar que este dinero acabara en la Agencia Tributaria española, empezaron a repartirlo a su antojo entre escuelas, fundaciones y asociaciones, y todo para evitar que sus impuestos pudieran contribuir a mejorar las infraestructuras o los servicios públicos en otras regiones, como Extremadura o Andalucía. Ahora que su restaurante se ve abocado a cerrar, Andreu i María sostiene que son víctimas de un ataque a la democracia. Lo cierto es que su gesto insolidario va a provocar que sus diez empleados acaben en el paro. Digan lo que digan ustedes, hay que ser muy tonto para hacer estas cosas, y provocar despidos. Este tonto y su mujer, no ha tenido en cuenta los daños colaterales, y ahora, pues la culpa es del Estado español. Cuando se es tonto, la culpa siempre la tiene otro. Pues que quieren que les diga, está bien hecho lo que Hacienda ha ejecutado, y ya de paso, que sepa en qué país vive. España, año 2019. Mientras aquí estoy, viendo pasar la vida. 

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