martes, 26 de marzo de 2019

Meritocracia

El número de enchufados en una empresa es inversamente proporcional a las necesidades de competir que esta tenga. Esta definición la dijo alguien del cual ahora mismo no les voy a decir nada, pero que a lo largo del post saldrá. La frase lleva razón, y sólo hay que mirar las empresas públicas de este país de pandereta en el vivimos para darse cuenta de la realidad de la dichosa frase. Todo lo anterior viene a colación, porque hace unos días, leí un largo reportaje a dos páginas en un periódico de Sevilla en el que se intentaba explicar las razones que dan lugar a que Andalucía se mantenga entre las regiones menos prosperas de España. Participaban en el mismo, varios personajes de reconocido prestigio en la materia, además de personas muy representativas de algunos sectores industriales. Estos últimos, se limitaron a promocionar lo suyo, nada nuevo en la sociedad actual. Me quedo con las afirmaciones un referente económico, el conocido D. Francisco Ferraro, catedrático de economía, para profundizar en su razonamiento y explorar otra vertiente desde el mismo. Decía el catedrático que, en nuestra sociedad andaluza, apenas se valora la meritocracia. Y que existe el convencimiento de que el enchufismo es necesario para alcanzar ciertas posiciones, que no es solo en la política donde sucede, si no en todos los sectores sociales. Se quejaba de que por aquí se valora más a los toreros, futbolistas e incluso a los capataces de la Semana Santa que a empresarios y científicos. Afirmación con la que coincido plenamente, pero que naturalmente tiene su explicación y sobre la que voy a desarrollar esta reflexión. Cuanto más dura es la competencia menos enchufados se pueden permitir. En los lugares donde existe una economía de libre mercado, que no es el caso, el enchufismo se reduce al hijo o yerno del jefe. Lo que no es normal, es el tejido empresarial que tenemos en España y aun más en Andalucía. Las grandes empresas funcionan en régimen de oligopolios y no necesitan a los mejores para obtener mayores dividendos para sus accionistas. Todos recordaremos, no hace tantos años, cuando los alumnos más destacados de las universidades salían colocados de las mismas, las empresas se los disputaban. Hoy las grandes empresas no tienen necesidad de competir. Para que quiere buscar el Santander a los mejores o Endesa o Telefónica o Repsol o Ferrovial, cada una de estas empresas en su sector, tiene repartido el mercado con las en teoría competidoras y a políticos que no saben hacer la O con un canuto, pero que tienen información privilegiada y deudas que saldar con estas multinacionales. Una situación diametralmente opuesta a la que se da en las pequeñas empresas, estas a la que nuestro modelo económico no deja que crezcan, en las que diariamente se juegan su supervivencia. Tienen necesidad de mejorar todos los días, están compitiendo constantemente por lo que tienen necesidad de los mejores, y son en esas pequeñas y medianas empresas donde no encontraran enchufados. La cruda realidad. Mientras aquí estoy, viendo pasar la vida. 

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