martes, 29 de marzo de 2022

La fiesta de Blas

La hemeroteca es muy mala, sobre todo para los que dicen tonterías o mentiras, y al cabo del tiempo, se les olvida lo que han dicho. Ya saben el dicho: la fiesta de Blas la pagamos los demás, y la jodienda no tiene enmienda. “El dinero público no es de nadie”, proclamaba hace unas décadas, la Sra. Carmen Calvo, entonces ministra, creo recordar que de cultura. Tas varias décadas estamos en lo mismo, aquí nadie ha aprendido nada. Evidentemente, es porque no les interesa. Aquí en mi pueblo (al igual que en otros tantos) la prioridad de quien lidera el partido más importante de la oposición (el mismo partido, que en muchas legislaturas ha gobernado el pueblo) es la de hacer ver a los vecinos, que el dinero que gasta nuestro ayuntamiento, en muchos casos, le llega desde la Diputación. Naturalmente, gobernada por su propio partido. Como ven, están a otra cosa. No dejan nuestros políticos, especialmente los de izquierda, los comunistas o social-demócratas, aunque en muchos casos, también los de “centro” e incluso, algunos que se auto-definen como liberal, de insistir y publicitar lo necesario y beneficioso qué son las empresas públicas y la administración pública en general. No seré yo quien lo desmienta. Sin embargo, cada vez que los políticos profesionales (dícese de aquellos, que jamás han trabajado al margen de lo Público, que jamás han pagado una nómina, o que jamás han creado nada desde sus propios recursos), se expresan en este sentido, jamás hablan de eficiencia en el servicio, jamás hablan de fiscalizar ese dinero que con anterioridad han extraído del bolsillo del ciudadano, y que es quien paga todas las fiestas de Blas de estos mismos señores. No quieren enterarse, no les interesa. Como muestra muy gráfica, tenemos la ampliación del trenecito en Sevilla capital, que no resuelve nada, y en la que se van a gastar muchos millones de euros de dinero público. Dejando una vez más en pendientes, verdaderas prioridades como son, la ampliación del metro, o el cierre de la SE-40, entre otras. Nadie estaría en contra, ni siquiera el más liberal, de que cualquier servicio de primera necesidad, fuera público, pero eso sí, cuando se sustente sobre la eficiencia, y cuando realmente se fiscalizará hasta el último céntimo que allí se gasta. La experiencia que tenemos en España y en el actual régimen, es que no se fiscaliza nada que sea público. De lo único que entienden, los que hacen los presupuestos, es de aumentar el gasto. Jamás les preocupa saber, si ese gasto realizado, ha cumplido el objetivo. Si al final, no lo cumple, siempre llegan a la misma conclusión. No se ha gastado lo suficiente. La solución: aumentar el gasto. Para ellos “el mayor gasto garantiza la eficiencia” sin más. Eso sí, obviando naturalmente que ese aumento de gasto, siempre conlleva aumento en la recaudación de impuestos, y por lo tanto más empobrecimiento para el sector privado, y por lo tanto menor competitividad para el posible crecimiento y desarrollo. España, año 2022. Mientras aquí estoy, viendo pasar la vida. 

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