jueves, 18 de marzo de 2021

Denunciando

En esta deliciosa España en la que vivimos, todavía hay sindicatos (no se rían por dios, en España todavía existen estos parásitos sociales aunque ustedes no los vean ni por error televisivo), aunque no se dediquen a defender los derechos de los trabajadores, ni a preocuparse por los miles de personas que hay en ertes, ni nada relacionado con su función. Eso sí, para poner denuncias por la suspensión de las manifestaciones del 8M, para eso sí que están, como se ha visto. Es lamentable que tengamos a estos parásitos sociales. Su función es completamente nula. Hace más Cáritas y otras asociaciones benéficas por los trabajadores que ellos, ya que éstas les dan comida y los parásitos de los sindicatos, sólo problemas y pocas soluciones a los pocos problemas que hay. Una vez untados como han sido untados con un porrón de millones, pues ya está, a seguir viviendo, a seguir viendo pasar la vida y a hacer el gandul, como vemos todos los días. Porque ya me dirán ustedes, dónde han estado estos sindicatos durante este último año. ¿Dónde?. Por eso, en esta España no hay monumento al sinvergüenza desconocido porque aquí los conocemos a todos. Un infeliz país donde la gente puede verse obligada a cerrar tienda o negocio por equivocarse en su gestión, pero donde ningún banco ni banquero, ni político, ni sindicalista de tres al cuarto que llevan años equivocándose en la gestión irresponsable de un dinero que ni siquiera es suyo, pagan el precio de sus errores. Nunca. Y esto es lo lamentable, lo malo, lo pernicioso para esta sociedad que ahora con la pandemia y con la situación económica que estamos atravesando, se esté dando cuenta de lo que tenemos, que no lo que nos merecemos. Subida de todo tipo de impuestos, subida de la tasa de autónomo estando la cosa como está, miles de negocios agonizando y cerrados, ayudas que no llegan, sindicatos que sólo se dejan el pellejo por causas feministas en vez de dejárselo por los trabajadores… en definitiva, una situación límite que no sabe nadie por donde va a salir ni por donde va reventar, porque vivo en España y tarde o temprano tendrá que ocurrir, ya que la política española y todos los subvencionados que viven de las subvenciones estatales en vez de las cuotas de sus afiliados, es como construir una urbanización en una cañada, ya que algún día bajará el agua por ahí, aunque tarde siglos, bajará y se lo llevará todo. Pero parece ser que los políticos, sindicalistas, vividores subvencionados de todo pelaje y color político, de esta España tan deliciosa, son la raza más inmortal y destructora que existe. Inmortal, porque llevan años peleándose entre ellos, y ahí siguen, vivitos y coleando. Y destructora, porque todo lo que tocan lo destruyen sin piedad, mientras que no le saquen provecho personal al asunto. Es muy triste lo que está pasando, pero es la cruda realidad de un país que se ve abocado al abismo, y mientras eso ocurre, asisto fascinado como nos aproximamos al borde del mismo. Entonces, ¿sindicatos para qué?. España, año 2021. Mientras aquí estoy, viendo pasar la vida. 

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