domingo, 6 de febrero de 2011

La mejor ley

Hoy domingo he ido con mi familia a un parque de la ciudad donde vivo. Estando allí sentados mi mujer y yo mientras las niñas jugaban, se ha acerca por el caminito que tiene el parque una chica con un perro. Ni corta ni perezosa, la chavala abre el bolso, saca un cigarro y se lo enciende sin más. La miro, ella me mira y adiós muy buenas. Con la mirada la chavala sabría que le estaba reprochando su actitud y ella con la suya me decía, ven y me dices algo si eres valiente. Lo he dejado estar, porque a mí personalmente no me molesta que la gente fume.
Pero la ley está para cumplirla o hacerla cumplir. Y en este caso, ¿qué hago?¿le hecho una bronca de padre y señor mío?¿me meto en un lío porque la chica se ha saltado la ley a la torera?¿debo de ser un chivato?¿a quién me chivo? Porque en el parque no había ningún policía para hacerlo. Las personas que también estaban alrededor se han dado cuenta de que la chica iba fumando y han hecho como yo, pasar del tema y dejarlo estar.
A la ley antitabaco le falta eso, es decir, lo que pasa en la calle. Porque es muy bonito legislar en un edificio, pero luego las cosas pasan fuera de ese edificio y delante de niños que no tienen culpa de una ley antisocial, ni de que esa chavala fume. Pero si puedo evitar que vean como su padre discute (o algo más) con una chica y con su novio por una ley que ni le va, ni le viene. Y eso también forma parte de vivir en la sociedad. A lo mejor si los políticos prohibieran menos y bajaran un poco a la tierra en donde viven sus ciudadanos, se darían cuenta que la mitad de las leyes que hacen no sirven para nada, porque la mejor ley es el sentido común y el vive y deja vivir (siempre dentro de unos límites). Por eso deje a la chavala que se fumara su cigarro y ella me dejo tranquilo en el parque marchándose de él. Esta es la mejor ley. Mientras aquí estoy, viendo pasar la vida.

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