martes, 26 de abril de 2022

Una reflexión

No hay mayor derrota que convencerte de que no tienes ningún poder, que nada puedes hacer para cambiar las cosas, que la vida solo te sucede, y que son los que mandan los que deciden el rumbo de nuestro destino. Te conviertes en aquello en lo que crees, así que todo el aparato del sistema se empeña en mostrarte que eres un don nadie y que estás en manos del gobierno, que debes elegir entre una u otra opción para que decidan por ti, y que existen unos representantes de dios en la tierra a los que debes acudir para buscar consuelo y salvación. Mientras tanto, trabaja, paga tus impuestos y consume para poder sobrevivir. Así se nos pasa la existencia, como en una carrera donde vas saltando obstáculos para tu propia supervivencia, de manera que no veas más allá, no te plantees nada nuevo, no salgas del propio carril que han marcado para ti y sigas al rebaño que ya alguien se encarga de dirigir. Mientras tú, inconsciente de tu propio poder, sigues alimentando al sistema. Todo es cuestión de energías, allí donde pongas tu energía será lo que alimentas. Si estamos enfocados en nuestras miserias, nuestros miedos y nuestras limitaciones, éstas serán las que tomen preponderancia y las veremos cómo insalvables, las veremos cómo una gran losa que descansa sobre nuestros hombros, porque nosotros mismos nos habremos encargado de alimentar y engordar. También ocurre que, en ocasiones, vivimos a expensas de la imagen que nos hemos labrado, o bien de la imagen que los demás tienen de nosotros, haciendo lo imposible por satisfacerla, como si fuera una fachada que nos preocupamos en mantener para dar satisfacción a nuestro ego o al ego de los demás. Pensemos que, con el tiempo, todo lo que creemos tener se nos va a escapar de las manos, y lo único que quedará al final es mirar atrás y ver las decisiones que tomaste, la responsabilidad que asumiste y aquello por lo que luchaste. Entonces nos preguntaremos si valió la pena, si hicimos lo correcto, y si el camino escogido estuvo en sintonía con lo que te pedía el corazón. Todos tenemos dentro de nosotros el poder creativo y transformador, pero pocos se hacen conscientes de él, porque lo primero que hace falta es hacernos responsables de nuestros pensamientos, palabras y obras, algo que rompe con nuestra zona de confort, pues aunque decimos estar hartos de las injusticias, de manipulaciones y corrupciones, seguimos dependientes de alguien que decida por nosotros, que se haga cargo y diga lo que hay que hacer. Pero eludimos tomar nuestras propias decisiones con coraje y voluntad, responsables y coherentes con nosotros mismos y con los demás. A veces, incluso, somos capaces de verlo y sentirlo en nuestro interior, saber que es así, pero no damos el paso definitivo para afrontarlo o volvemos a caer tras un tímido intento, no siendo capaces de mantener la intención y el propósito cuando aparecen las dudas, los obstáculos o las primeras críticas. España, año 2022. MIentras aquí estoy, viendo pasar la vida. 

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