viernes, 22 de febrero de 2019

Aprovechando la ocasión

Suele ocurrir que cuando lo absurdo se hace cotidiano el conflicto no tarda en aparecer. El fanatismo tiene mil caras, tantas como personas lo siguen o lo apoyan y en España nos ha tocado vivir en pleno siglo XXI varias de ellas. Populismos, independentismos, neocomunismos, filoterroristas,…etc, etc. Somos muchos españoles, los que tenemos la sensación de que Oriol Junqueras ha usado su turno de hablar cuando era preguntado por sus defensas, el hombre que fue cargo institucional de un gobierno autonómico, y que entre sus responsabilidades estaba cumplir y hacer cumplir la Constitución y el resto del ordenamiento jurídico español, que usara su declaración en el juicio del “procés” para lanzar una defensa política cerrada del secesionismo catalán, incluido el camino de los hechos consumados que los líderes independentistas recorrieron por la senda de la ilegalidad. Pero quién no esperara eso, es un lerdo. Junqueras no ha mostrado ningún arrepentimiento y anuncia su intención de mantenerse en el desafío al Estado de Derecho español para lograr la secesión por cualquier medio. Y digo yo,… ¿No era pacífico?. Oriol Junqueras, en su ímpetu de demostrar lo que no es, dijo que: “Cuando hay una reivindicación ciudadana pacífica, reiterada en el tiempo, hay que darle una salida política. Es lo que siempre hemos intentado y seguiremos intentándolo, sea cual sea el resultado de este proceso”. Con lo anterior me surge una pregunta, ¿será, además del riesgo de fuga, este ánimo de persistir en sus acciones para romper España uno de los motivos que les mantiene en la cárcel?. La verdad, no lo creo. En España se juzgan hechos, no intenciones, aunque en más de alguna ocasión hubiera sido de sentido común y en alguna ocasión hayamos tenido la sensación de que si se hace así. Si así fuera, si se juzgaran intenciones, Joaquín Torra y su actual gobierno estarían siendo procesados también. Es la estrategia del papel victimista que tan bien les ha ido a los independentistas catalanes en su acoso, lento pero minucioso y constante durante años, a España. Una labor donde el adoctrinamiento generacional ha sido una de sus armas silenciosas pero altamente efectivas hasta llegar a este punto y la cual ha llegado a dividir a la sociedad catalana, cosa que se ve todos los días en cualquier medio de comunicación que se precie y que no esté controlado por ningún gobierno. Por suerte la Fiscalía tiene una visión antagónica y sostiene que las antiguas autoridades catalanas, asumieron que la violencia podía ser un medio para lograr la existencia de la república catalana y su independencia fuera de cualquier legalidad vigente. Como me recuerda esto a ciertos “réditos” políticos de los que se beneficiaban ciertos partidos políticos, hace algún tiempo, en algún lugar de la geografía española, cuando ETA asesinaba absurda e inmisericorde en su guerra contra el “estado español”. La cuestión es que la justicia, ciega, debe seguir su camino y por otro lado decir que, en mi modesta opinión, son todos los que están pero no están, ni mucho menos, todos los que deberían estar. El tiempo dirá. Mientras aquí estoy, viendo pasar la vida. 

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