lunes, 30 de octubre de 2017

Rapidez

Por fin el ejecutivo actúa rápido por una vez. Y lo ha hecho en el marco que el parlamento catalán ha provocado con 70 votos a favor. Hay que ver el daño y el perjuicio que pueden hacer 70 fanáticos con poder y metidos a políticos. Pero en fin, es lo que hay. En cuanto el ejecutivo supo lo de ese circo que los independentista llaman la proclamación de independencia catalana, el ejecutivo actuó y lo hizo “CESANDO AL GOBIERNO CATALÁN Y CONVOCANDO ELECCIONES EN CATALUÑA PARA EL DÍA 21 DE DICIEMBRE”. Pero todo lo que está pasando en España o como se llame esta descojonación de país en el que habitamos, quiero agradecérselo a tres grupos de compatriotas, catalanes y no catalanes: los oportunistas, los cobardes y los sinvergüenzas. Hay un cuarto grupo que incluye desde ingenuos manipulables a analfabetos de buena voluntad, pero voy a dejarlos fuera porque esta página tiene capacidad de aforo limitada. Así que me centraré en los otros. Y todo esto, con la dosis de vergüenza añadida de quien se siente español y comprueba que desde todos los países (o casi todos) miran a los españoles con lástima, como súbditos de un país de fantoches y surrealista hasta el disparate. Cuando miro atrás sobre cómo hemos llegado a esto, a que una democracia de cuarenta años en uno de los países con más larga historia en Europa se vea en la que nos vemos, me llevan los diablos con la podredumbre moral de una clase política capaz de prevaricar de todo, de demolerlo todo con tal de mantenerse en el poder aunque sea con respiración asistida. De esa panda de charlatanes, fanáticos, catetos y a veces ladrones (con corbata o sin ella), dueña de una España estupefacta, clientelar o cómplice. De una feria de pícaros y cortabolsas que las nuevas formaciones políticas no regeneran, sino alientan. El disparate catalán tiene como autor principal a esa clase dirigente catalana de toda la vida, alta burguesía cuya arrogante ansia de lucro e impunidad abrieron, de tanto forzarla, la caja de los truenos. Pero no están solos. Por la tapa se coló el interés de los empresarios calladitos y cómplices que ahora ven peligrar sus resultados empresariales y que han puesto pies en polvorosa para proteger sus intereses y los de sus accionistas dejando a toda la clase dirigente catalana en bolas. Pero el gobierno está ahí, actuando rápido o por lo menos lo intenta. En respuesta al desafío secesionista, el Ejecutivo español ordenó la destitución del presidente regional de Cataluña, Carles Puigdemont, su vicepresidente, Oriol Junqueras, y de todos sus consejeros, cuyas funciones serán asumidas por los ministerios competentes. Pienso también por qué no el ejecutivo no ha actuado antes, que era lo que lo retenía para parar este disparate catalán. Da igual ya, ahora lo está parando en seco o por lo menos lo está intentando. Son las primeras actuaciones, sólo cabe esperar a ver como esta panda de independentistas actúa contra esto. Empieza el combate. Mientras aquí estoy, viendo pasar la vida. 

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