domingo, 3 de julio de 2011

Que derroche

Lo primero de todo les pido perdón por no colgar el post la semana pasada. Los motivos fueron personales y no vienen al caso contarlos.
El post de esta semana va dedicado a la boda del Príncipe de Mónaco, y cómo con la que está cayendo económicamente hablando tienen la desfachatez de gastarse un porrón de millones en celebrar una boda por todo lo alto, con una cena que llaman “ecológica” que resulta que es más cara que cualquier cena elaborada con alimentos tradicionales. Se sirvieron 10 clases diferentes de pescado, y el vino era como no podía ser de otra manera, de Francia y uno de los más caros. Por otro lado los diferentes invitados, en su mayoría jefes de gobierno y representantes de las casas reales europeas, fueron llegando en aviones fletados para la ocasión y hospedados en el mejor hotel del principado, en donde dormir cuesta, lo que vale mantener a una familia con un gasto medio durante 3 años.
Esta clase de actos sociales me revientan. Tienen derecho a casarse como no, pero a lo que no hay derecho es al derroche de dinero para sacar panza y deslumbrar al mundo con cuestiones espectaculares, conciertos, castillos de fuegos artificiales y por supuesto que los ciudadanos paguen con sus impuestos el desplazamiento de sus reyes y jefes de Estado. Pueden ir, claro que sí, pero pagándose ellos todos los gastos. Pero claro, si tienen un presupuesto a parte como la Casa Real española, ¿de verdad se lo pagan ellos?.
La suerte que tuvimos lo españoles, es que no fue ningún miembro de la Casa Real ni ningún representante del Estado, y eso es lo que los españoles nos hemos ahorrado, un dineral en aviones, hoteles, coches oficiales, guardaespaldas y demás parafernalia que conlleva que cualquier miembro de la Casa Real o representante del gobierno se desplace.
Vergüenza debería de darles a estos miembros reales por sacar a relucir las pocas penurias que ellos están pasando mientras seguramente en sus países hay gente normal en paro y pasándolas putas para poder pagar hipotecas e impuestos para que éstos derrochen delante de sus propias narices. Pero para que te de vergüenza, primero hay que tenerla y por lo que se ha visto en Mónaco, no tienen ni de la barata, que ya es decir. Qué asco. Mientras aquí estoy, viendo pasar la vida.

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