domingo, 24 de octubre de 2010

Una nueva edición

Ha empezado otra vez ese magnífico programa conocido como Gran Hermano (GH en adelante). Un programa sin igual en donde se meten a tías buenas, tíos buenos pero sobre todo gente incompatible una con otra par que la bronca y las peleas estén a diario en el programa. Por supuesto, la cadena que lo emite tiene asegurada la audiencia, ya que a los españoles toda esta telebasura nos va. Telebasura tiene ya su definición en el diccionario de la RAE, con lo que no deben de tardar mucho los académicos en colocar también “espectador basura”.
Les decía que la cadena que lo emite tiene asegurada la audiencia, porque además de dar el GH en directo, resúmenes, programas especiales, etc, etc, tendrá su hueco en los programas del corazón para que todos esos denominados periodistas tengan su rato de gloria y así poder seguir viviendo tres o cuatro meses más, que es lo que durará GH en cuestión.
Esta es la realidad que tenemos y lo que realmente le importa a los españoles. Que si tal chica de GH antes de entrar a la casa era tal cosa, que si el chico era lo otro, etc, etc.. y todo esto con la ayuda inestimable de los denominados periodistas del corazón que con ayuda de sus magníficos confidentes, (eso es una escusa, ya que confidentes no tienen pero así se evitan ser denunciados por mentiras y difamaciones) nos develaran las vidas pasadas de los concursantes de GH y así poder tener polémica para pasar la semana.
A donde hemos llegado por dios. Lo lamentable de todo esto es que lo vea la gente. Lo penoso es que los concursantes pierden su dignidad para conseguir una supuesta vida mejor que no es otra que llegar algún día a ser un contertulio de pacotilla en un programa de pacotilla que lo único que sabe hacer es meterse en la vida de los demás para joderla. Eso es lo lamentable. Pero todo este circo existe, porque hay gente que consume el producto, pero también existe porque no hay nada mejor que ver en la tele. Que vidas tiradas por la borda, para que luego sean otros los beneficiarios, que normalmente suelen ser las productoras. Deberían de prohibir estos programas que atentan contra la inteligencia del espectador y juega con los sueños de unos concursantes desesperados por vivir del cuento, como tantas belenes esteban, tantos kikos, y tanta morralla. Mientras aquí estoy, viendo pasar la vida

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