lunes, 20 de septiembre de 2021

Claudicar

Cuando te mueres, no sabes que estás muerto, no sufres por ello, pero es duro para el resto. Lo mismo pasa cuando eres imbécil. Estas sabias palabras, vienen al pelo para lo que les voy a contar, aunque comprendería que dudasen, porque en un país normal, algo así sería imposible. Pero recuerden que éste no es un país normal, sino España, un lugar donde todo disparate, por gordo que sea, tiene su asiento, y donde por poner un ejemplo clásico, una ardilla podría cruzar la Península saltando de gilipollas en gilipollas sin tocar el suelo. Como saben ustedes, y sino se lo recuerdo yo, la semana pasada nuestro presidente Pedro Sánchez, se fue a Cataluña a chuparle el culo a Pere Aragonés, huy perdón, a sentarse en la mesa de diálogo junto al gobierno catalán como si éste fuera un país. Claro, cuando se dan ciertas concesiones, pues pasan estas cosas, que les das el dedo, y el lado contrario se coge todo el brazo. Como les digo, Sánchez fue a esa mesa, a hacer acto de presencia y algo más. Ese algo más, dejo a media España patidefuá, pese al escaso margen de sorpresa que a uno le deja ser súbdito español. Y es que nuestro querido presidente Sánchez se parte el espinazo ante la bandera catalana en una Generalitat que le recibe sin la española. Algo ya de por sí inaudito, pero tenemos lo que nos merecemos. Un insufrible presidente del gobierno que sigue siendo esa persona tan interesante (y votado, ojo) entre todos los moñas que hacen política en España. Un cínico sin escrúpulos, sin honor, capaz de robarle las herraduras a un caballo al galope. Y de esa forma, asisto fascinado a su (nuestra) carrera hacia el abismo. Y es que en esa visita a esa mesa, que sólo servirá para que Sánchez y sus secuaces ministros, ministras y ministres se bajen los pantalones para que Cataluña los deje vivir tranquilos, Sánchez derrocha concordia en Cataluña, que es la comunidad líder en delitos de odio ideológico: 860 desde el año del 1-O. Pero mientras, el presidente Aragonés no se baja del referéndum y Sánchez le ofrece negociar sin prisas ni plazos, lo dicho, una descomunal bajada de pantalones del gobierno español. No tengan dudas, de que éstos llevaran también la vaselina. El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, fue recibido en la entrada del Palau de la Generalitat con una única bandera, ante la que ha inclinado respetuosamente su cabeza (les vuelvo a recordar) cuando la Guardia de Honor de los Mossos d’Esquadra la ha mostrado a su paso. Se trata de la senyera utilizada como estandarte por el cuerpo policial. Sánchez ha entrado andando y, por tanto, pasando bajo la pancarta que con el lema «Libertad de opinión y expresión» cuelga del balcón de edificio desde la época de Quim Torra. O sea, vivir para ver y sobre todo para entender en manos de quién estamos. Una chusma cuartelera y sin principios que sólo miran por sus intereses y que sólo pretenden vivir bien y sin problemas. Claudicar, se llama eso. España, año 2021. Mientras aquí estoy, viendo pasar la vida. 

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