martes, 12 de mayo de 2020

De lista y socialista

Tengo un amigo que está viviendo fuera de España. Muchas veces cuando hablo con él, ya que ahora no puedo visitarlo, me comenta que cada vez que sale de la casa, tiene que hacerlo con la dosis de vergüenza añadida de quien está en el extranjero y comprueba que lo miran a uno con lástima, como súbdito de un país de fantoches, surrealista hasta el disparate. Por eso, el mal rato que pasa en esas situaciones, se los quiere agradecer a tres grupos de compatriotas en concreto: los oportunistas, los cobardes y los sinvergüenzas. Hay un cuarto grupo que incluye desde ingenuos manipulables a analfabetos de buena voluntad, pero me comenta que los va a dejar fuera, porque esta página tiene capacidad de aforo limitada. Así que me centraré a petición suya en los otros. Los que harán posible que a su edad, y con la mili que lleva, varios compañeros y amigos, le acompañen en el sentimiento. Y es que hay que salir de España para darse cuenta de lo que tenemos en la política. Y les voy a poner un ejemplo clásico. Adriana Lastra, esa diputada que como su colega Ábalos va de chula hasta que le toca hacer una multiplicación básica y hace el ridículo y demuestra todo lo anteriormente expuesto. Esta mujer, tiene su propio método cada vez que toma la palabra en el Congreso de los Diputados: el del discurso choni. El discurso choni es ese discurso prepotente, que cree estar por encima de los demás, en el que no se utilizan más de 20 o 30 palabras colocadas siempre en lugares distintos para que parezca que está usando todo tipo de brazos. Ese en el que se levanta los dos brazos al hablar como si se estuviera bailando una jota. Ese del que su máximo exponente es la bachiller Lastra. Pero no solo es el discurso, es el tonito. Ese tono chulo de superioridad en el que se es incapaz de batir al contrario con la oratoria y se hace con el insulto. Ese de venida a más, como si fuera un nuevo rico que ha conseguido su fortuna gracias a la suerte en la lotería. Pero, sobre todo, es ese en el que, cuando se piensa en soltar alguna frase para demoler al contrario con algún tipo de dato, se acaba metiendo la pata hasta el fondo. Y Lastra lo ha vuelto a hacer. La semana pasada volvió a meter la pata cuando creía que iba a decir algo que iba a tumbar a su contrincante en la lona con un K.O. Y todo llegó cuando se puso a calcular las veces que se insultaba desde el PP y dijo: “ha batido usted su propio récord, 37 insultos en 15 minutos… a razón de 3 insultos por minuto”. Y todo eso dicho con los bracitos puestos en posición de jota… Dice Adriana Lastra que 3 insultos por minuto, durante 15 minutos son 37 insultos. Empiezo a entender la extensión de su currículum académico y empiezo a entender porque en el extranjero nos miran con lástima, como súbditos de un país de fantoches, surrealista hasta el disparate. Por esta casta política analfabeta e inculta, que sólo sabe forrarse, mirar los móviles en las sesiones parlamentarias y dormirse en ellas. Tenemos lo que queremos, que no lo que nos merecemos. España, año 2020. Mientras aquí estoy, viendo pasar la vida. 

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