El vicio del casino

Al Inquisidor General ahora convertido a Papa, el conocido como Benedicto XVI, le siguen creciendo los enanos. Después de decir que en el portal de Belén no había ni mula ni buey (¿cómo lo sabe, estaba él allí?), se encuentra con otro problemón en EEUU, y más concretamente en el condado de Orleans en el estado de Nueva York. Resulta que en esa parte del mundo vive una moja que ha salido un tanto juguetona, dicho en el significado más estricto de la palabra, porque resulta que a la hermanita de la caridad le gusta ir a los casinos a gastar pasta. Bueno no es tan malo, pensarán ustedes. Lo chungo viene cuando les diga de donde cogía el dinero para jugar en ese lugar. La monja (agárrense los machos), cogía el dinero de la colecta que los feligreses echaban a la cesta los domingos. Les pongo el titular del periódico de donde cogí la noticia: “Una monja ludópata roba 100.000 euros en dos iglesias”. La noticia continuaba: “En los últimos años se han producido varios casos de robos en iglesias”. Al parecer la monjita curraba en dos iglesias que poco a poco iba saqueando para combatir su adicción al juego, hasta que la policía la detuvo cuando iba a fundirse una cantidad de dinero determinada. La carne es débil y la pobre mujer quería hacerse rica apostando en el casino para así poder ir a Roma a ver a su querido Papa, y yo supongo que lo hacía por eso. Pero también cabe pensar que lo hacía para salir de su aburrida vida monástica y así disfrutar un poco de la sociedad. La mujer tiene 67 años, que no son pocos, pero eso no es excusa para dejarse llevar por el vicio y la depravación. Supongo que desde su diócesis y desde el Vaticano le pondrán un castigo ejemplar, aunque viendo como está el panorama en esta secta, lo máximo que la harán será pegarle un par de azotes un tirón de orejas y ya está. Ya no controlan ni a sus propias ovejas descarriadas. Claro, están muy atareados con leer el magnífico libro de Su Santidad, que seguro es más interesante que el ver como una oveja se sale del camino marcado. Penosa imagen. “Laus deo”. Mientras aquí estoy, viendo pasar la vida.

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