domingo, 4 de julio de 2010

Los sablazos en el verano

Han empezado ya las vacaciones de la crisis, pero parece que ésta no está, o no existe o es que es menos de lo que las agencias de calificación y el gobierno dicen que es. Y para muestra, hagan un poco de ejercicio, y vayan a cualquier playa a darse una vuelta (eso no cuesta dinero) y observen al personal como se lo pasa de bien. Claro esto lo puede hacer quién viva en una ciudad que tiene playa, como es mi caso. Pero pueden hacerlo yendo a cualquier piscina pública.
Los únicos que se quejan, son los de siempre: “los hosteleros”. ¿Y por qué?, se preguntaran ustedes. Pues la cosa es bien sencilla, no se venden tantas paellas como antes, ni tantas birras como antes, porque la gente se lleva la comida y la bebida de casa. Prefieren gastarse 100€ en un buen carro de la compra en cualquier gran superficie, y así come durante 5 días, cosa que si vas con ese mismo dinero a un restaurante, comes sólo un día. ¿Les parece poca razón?.
Estos hosteleros nuestros, cada vez que llegan estas fechas, disparan sus precios con la pretensión de ganar mucho dinero en poco tiempo, y ahí es donde se estrellan, porque realmente la crisis se ve en esos detalles que parecen que no tienen importancia, pero que al final influyen y mucho en que la economía resurja. No se puede pretenden cobrar 2’50€ por una birra, cuando hace 1 semana te cobraban por esa misma birra y en el mismo lugar, 1’50€. ¿De qué se quejan entonces?.
Todo esto lo cuento, porque sencillamente a mí me ha pasado en la ciudad donde vivo. Por eso soy de los que coge la nevera, la lleno de bebidas y de comida y me piro a la playa a disfrutar, y que los hosteleros engañen a rita la cantaora, porque lo que es a mí, no lo logran. Caí en su trampa una vez, pero no dos. Si ellos quieren ganar dinero rápido, yo quiero ahorrarlo rápido por si vienen vacas flacas. Por eso con lo que me cobran en un restaurante, como más días y mejor, porque sé lo que como y cómo lo hago.
No todos los hosteleros son así, los hay de toda la vida, honrados y que mantienen los precios sea la fecha que sea, y esos son los que nunca lloran ni se quejan, y además siempre tienen su clientela fiel. Va por ellos. Mientras aquí estoy, viendo pasar la vida.

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